XXXVI. Necesito ser perfecta
porque no sé ser otra cosa
A veces es algo de lo que no me doy cuenta hasta que es demasiado tarde.
A veces aparece como un pensamiento, generalmente la necesidad de empezar algo nuevo. Una necesidad tan fuerte que no puedo parar de pensarla hasta hacerla; el problema es que no puedo empezar hasta que todo esté perfecto, porque no sé hacerlo de otra manera.
No sé equivocarme, o más bien no me gusta. Me aterra. Es algo que me paraliza. Una voz que no se necesariamente de donde viene (y a veces lo se perfectamente, tiene nombre y apellido) que me dice para que empezar si no lo voy a terminar, si como todo lo que intentado hacer en esta vida lo dejo botado porque no es lo suficientemente bueno, porque no es perfecto.
No sé ser de otra manera.
No puedo evitar achicarme y censurarme para que el otro no me perciba de una manera que no considere la ideal. Porque ya me han reemplazado las suficientes veces (y con una me bastó).
Mi cerebro autosaboteador siempre va más adelante que mi intención. Mi intención por ser vista, por ser reconocida, por ser normal, por ser persona. Por eso no hablo, o me quedo callada, no opino. Porque haciendo todas estas cosas dejo de lado la idea de perfección que necesito lograr.
Por eso hago planes, esquemas, calendarios, listas con cajitas para tiquear una vez que he completado algo, todo sin haber empezado nada de verdad, nada concreto.
No sé ser de otra manera.
Siento que toda mi vida he tenido que luchar por ser perfecta, por ser ideal, por ser la que elijan. Por seguir los pasos de las personas que vinieron antes que yo, por seguir los pasos de las otras personas que eligieron en vez de mi.
Siento que toda mi vida he tenido que luchar por ser perfecta; porque así me moldearon, así me pintaron, así me mostraron al mundo, un mundo que no me esperaba, que no me tenía considerada.
Siempre fui la más buena, con las mejores notas, la mejor portada, la más capaz de hacer lo que se propusiera, a la que le tiraban flores y colgaban sus pinturas en la casa. La que a medida que fue creciendo le fue costando más, y más, y más mantener la perfección que parecía inherente, que parecía que no costaba, que no pesaba, que no afectaba cuando el molde se fue gastando hasta quedar lo que sea que hay ahora.
Alguien que ya no puede sostener ser perfecta, pero que como no sabe ser de otra manera. ya no sabe que ser.


