XXXII. La única forma de avanzar es reconocer
en cosas sobre el cambio, salir de mi zona de confot y hacer el trabajo
Lo voy a decir, finalmente lo voy a admitir. Quiero hacer muchas cosas, pero no estoy dispuesta a hacer el trabajo necesario para lograrlas.
Es mucho más fácil soñar con tener mil vidas que realmente intentar tenerlas. Trabajar todos los días para lograr mis cometidos; escribir, seguir estudiando, sobre arte, historia, idiomas y moda.
La verdad duele. Siempre digo en voz alta todo lo que tengo ganas de hacer, todos mis proyectos a medio empezar, pero la realidad es que nunca hago algo por si quiera intentarlo. Ya no tengo dedos para contar todas las cosas que he dejado botadas.
Hasta ahora no he estado dispuesta a salir de mi zona de confort, lugar que ha cambiado un poco con el tiempo y que ahora estoy usando como excusa y muleta para no tener que enfrentar lo desconocido y el cambio. Está demás decir que de nuevo no estoy donde quiero estar, siento que no estoy ni cerca.
Nunca me ha gustado la idea de lo desconocido. Me aterra un poco, de hecho. No saber que es lo que viene para poder tomar una decisión de cual sería mi siguiente paso. No me gusta no saber las cosas y me encantará poder ver todas las posibilidades del futuro para saber como encaminarme. El cambio es algo que nunca realmente tuve en consideración, algo que nunca pensé que me pasaría, a mi que siempre planeaba con anticipación inclusive sin saber con certeza que exactamente iba a pasar en mi vida. Siempre sobrepienso las cosas y me pongo en mil situaciones diferentes para poder tomar una decisión sobre algo importante; no solo me pongo el parche antes de la herida, me pongo tres por si acaso y ya tengo el cuarto esperando.
Desde que tengo memoria siempre he tenido un plan de vida mapeado en mi cabeza al detalle. Paso por paso, año por año casi hasta la edad que tengo ahora, quizás hasta los treinta. Tanto así que todas las personas que me conocen comentaban y contaban los años hasta que me fuera del país. Está demás decir que ese plan de vida no se cumplió. Salí un tiempo, en unas vacaciones de invierno a Francia, a ver a mi papá y tratar de reconectar con esa parte de mi familia, y eso es todo. Pero el autosabotaje es algo que siempre he tenido en mi sangre (para ponerlo de una manera).
Antes no lo reconocía como tal, y no reconocía el miedo que venía con él. No sabía que el inevitable cambio de planes cuando llegó la pandemia y la seguidilla de enfermedades familiares iba a cambiar tanto mi perspectiva sobre mi propia vida; y voy a seguir insistiendo en esto porque no puedo ser la única que se sienta así, me da mucho miedo no saber que quiero de mi vida. Sí, sigo teniendo planes, pero no tengo todo claro, no como antes, y eso es algo demasiado nuevo para mi. No me gusta.
Sé que tengo que seguir avanzando, no me queda de otra, no puedo congelarme en el tiempo hasta que algo caiga en mi falda. Tengo que seguir planeando con estas nuevas cosas que han ido pasando hasta que vuelva a encontrar el camino que quiero seguir.
Y eso es todo.