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Otro fin de mes, otro post. Se me pasó el aniversario de este newsletter/blog/página, así que feliz aniversario a mi supongo. Últimamente he estado cambiando el contenido de esto y creo que me está gustando el resultado. Me ha llegado feedback de diferentes partes del internet y honestamente se siente un poco raro. Siempre supe que al publicar algo y hacerlo público me iban a leer, pero todavía se siente extraño que me lo digan. De todas maneras, lo agradezco mucho. Este proyecto es algo muy importante para mi y a la vez lo más personal que he hecho en mucho tiempo.
Mientras escribo esto, o hago el intento, estoy viendo El Diablo Viste a la Moda por enésima vez e intento no pensar en todas las cosas que quiero hacer pero que no son del todo necesarias como ordenar mi librero por tercera vez este mes o reordenar mi closet (lo que siempre termina en yo quedándome sin ropa). Esto de no estar obligada a no hacer algo en todo el día (como tener un trabajo) me está comiendo el cerebro un poco, más de lo que pensé, pero por lo menos esto me mantiene un poco más ocupada.
Tratando de organizar de que iba a escribir en este par de semanas me acordé de un ejercicio que tuve que hacer para una de mis clases de universidad, creo que era algo relacionado con poesía. El ejercicio consistía en observar, escuchar y anotar todo. Sonidos, conversaciones, movimientos y ahí figuraba yo, una tarde después de clases, en el metro de vuelta a mi casa intentando pasar desapercibida con mi cuaderno y lápiz, intentando escribir lo que decía la gente, lo que me hizo sentir mucho más expuesta de lo que esperaba. No estoy segura porqué, en una de esas fue porque no estaba escuchando música para ahogar todo el ruido. Todo el propósito del ejercicio era lo contrario, concentrarse y centrarse en la gente, que decimos cuando pensamos que nadie nos está poniendo atención, que hacemos cuando pensamos que nadie nos está mirando.
Creo que esta es una de las razones por las cuales trabajo tan bien en público, no me desconcentro con todo lo que me desconcentro en mi casa porque siento que de alguna u otra manera estoy siendo observada. Si hay alguien detrás mío perfectamente podría ver lo que hago en el computador y si de aburrida me meto a Pinterest en vez de estar haciendo lo que sea que se supone que tendría que estar haciendo. Puede ser algo muy ilógico y ególatra, pero yo lo hago. Cuando me aburro, cuando estoy esperando algo o a alguien, cuando ya no quiero poner atención a alguna conversación observo gente, sin malicia o ánimos de burla, simplemente me gusta observar lo que el resto hace, como se mueve, quien se queda mirando a quien por más de un segundo, quien llama la atención y de quien llama la atención. Entonces, en mi cabeza, si yo lo hago, el resto probablemente también lo haga hasta cierto punto. Es humano (creo) ser curioso, querer saber cosas del resto, estar pendiente, al tanto de la vida de los demás. Y de la misma manera es humano ser egocéntrico, no por nada existe el Mito de Narciso, y siento que es cada vez más fácil sentir que todo el mundo nos observa, que a todo el mundo le importa lo que hacemos.
Hay veces que se me olvida todo esto, que me concentro tanto en lo que estoy haciendo que me relajo en mi propio cuerpo, algo que con el tiempo he aprendido a hacer porque antes me era imposible. Ahora puedo escribir o leer tranquila olvidando que hay más personas alrededor, pero desde que tengo memoria que tengo esa sensación, como una voz en mi cabeza que me dice constantemente que estoy siendo mirada bajo una lupa todo el tiempo. Supongo que es parte de la ansiedad. Hay veces que uso la voz en mi cabeza para sentarme mejor, más derecha, para dejar de jugar con mis anillos y mis dedos, para cambiar como yo misma me estoy percibiendo, cambiar mi actitud, mi comportamiento.
De hecho, en inglés existe un término para esto, el “spotlight effect” que es la tendencia a creer, sentir y actuar como si fuéramos el foco de atención de una especie de audiencia que comparte nuestras preocupaciones e inseguridades sobre nosotros mismos. Básicamente nos creemos el personaje principal de nuestra vida y de la vida de nuestros círculos, y esto hace que actuemos de ciertas maneras que quizás no haríamos estando solos.
También hay otro termino, el que inspiró esta edición en particular, la “performatividad”. Por favor quédense conmigo medio minuto mientras me pongo académica. Como tal la performatividad es la relación interdependiente entre ciertas palabras y acciones, y así transformar la realidad o el entorno. En el lenguaje, pensando en lingüística y sociedad es cuando puede funcionar como una forma de acción social y tener efecto de cambio. Pero el término “performatividad” en la academia generalmente se utiliza para referirse a relaciones de poder en la sociedad y la identidad del ser humano. Como yo la pienso, y como creo que se está usando actualmente es más como una especie de actuación, la actuación que ponemos frente al resto muchas veces sin darnos cuenta de que estamos performando hasta que nos paramos a pensar en lo que estamos haciendo y el porqué.
A un día de subir esta publicación, no estoy 100% segura si seguir escribiendo o no. Últimamente mi escritura depende mucho de cómo me estoy sintiendo y los fines de semana siempre tienen un aire de nostalgia para mí que no me encanta. Un fin de semana inmediatamente después de un feriado exacerba el sentimiento. Pero quiero seguir con la idea que tenía para ver si llego a algún lado concreto.
El ser alguien. Eso ha cambiado de significado en el último par de décadas. Gracias a las redes sociales (algo que he estado cuestionando casi todos los días en el último mes y quizás más y mi uso de ellas), ser performativo se ha vuelto casi la norma en la sociedad. No estoy diciendo que eso sea necesariamente algo malo, a veces creo que es lo contrario, pero muchas veces se convierte en una necesidad sin la cual no se sabe exactamente como vivir la vida propia. Hoy en día es raro encontrar a alguien que no tenga redes, o que tenga, pero no las utilice. No tener Instagram se convierte en una “red flag” instantánea porque ¿qué tienes que esconder que no te muestras en redes? Muchas veces es extraño ver que alguien tenga su perfil en privado, aunque se entiende el sentimiento y creo que es algo que se está viendo cada día más, pero personalmente es algo que nunca podría hacer y no sabría explicar el porqué.
Y de eso viene mi nuevo problema con las redes sociales. No, no es un problema en sí, de hecho, creo que las redes sociales pueden ser un manera buena para poder ser creativos, para poder tener un archivo de momentos que queremos atesorar, o simplemente descargar emociones en una plataforma para quien sea que nos siga. El problema con esto es que los números cada vez tienen más relevancia en nuestra vida, el número de seguidores, el número de likes en alguna publicación, cuantas personas ven nuestras historias de Instagram, cuantas vistas tenemos en TikTok. Obviamente esto no es algo de lo que todos se preocupan, pero, en momentos, yo sí. Hasta hace poco tenía pegado el querer ser creadora de contenido o influencer. Hay muchos aspectos de “la carrera”, si se le puede llamar así, que me llaman la atención. He visto muchas cosas de cómo funciona la máquina, los eventos, como se elige a gente para que sea la cara de las marcas, y en algún momento yo quería eso, pero nunca tuve claridad del porque lo quería con tanta desesperación. A veces creo que fue por aprobación, o para probarme a mí misma y al resto que puedo ser alguien importante, o simplemente porque me gusta la atención, los likes y la idea de que marcas te manden cosas gratis. Pero ser creativa en el mundo de las redes sociales es cada vez más difícil si no se tiene una verdadera dedicación y un poco de originalidad. El mercado esta extremadamente saturado, siempre aparecen las mismas cinco personas a menos que se sepa buscar a gente con la que una conecte. Muchas veces aburre, ver y hacer. Hacer los mismos videos de outfits y blogs mostrando tu vida. Ese es otro aspecto que siempre he tenido en consideración, que tanto de mi vida quiero mostrar para poder lograr esas vistas y esos likes. Nunca me ha gustado sobre hablar de mi vida privada, por lo menos no de todos los aspectos con todo el mundo, y aún cuando lo hago intento ser lo más vaga posible, a veces para no herir sentimentalidades y otras simplemente porque me gusta tener cosas que son solo mías.
Así que me rendí. No, no sé si me rendí como tal, pero ya no es la prioridad que era antes. Esa performatividad que tenía que lograr sacar a la luz cada vez que quería hacer algo ya no es algo que me llame la atención o me den ganas de hacer con tanta desesperación como antes. Quizás simplemente ese tipo de performatividad no es para mí, y eso está perfecto. Por el momento prefiero seguir escribiendo, que es lo que se me da mejor.
Esta sección oficialmente ya no va a ser solo de favoritos sino de todas las cosas que he consumido en el mes.
Emily in Paris Por fin una temporada buena, por lo menos la segunda mitad. Por una vez en la vida agradezco que Netflix haya dividido la temporada en dos para no salir tan decepcionada, porque la segunda mitad es mucho más interesante que la primera de un punto de vista narrativo.
The Bear Honestamente se me había olvidado que ya van tres temporadas de esta serie. He visto y leído a gente que dice que la temporada es lenta y no tiene mucha sustancia, pero quiero contradecir. Con esta nueva temporada se puede sentir realmente la tensión y todo lo que hay que perder, tanto con el restaurante de “The Bear” en sí como con los personajes. Cada capítulo nos muestra la vida de alguno de los personajes principales y la lucha por seguir de pie en un lugar disfuncional y que literalmente se está cayendo a pedazos (las escenas de las luz de la cocina que cae casi encima de Syd no es coincidencia)
In Vogue: The 90s Lo mejor que me ha pasado en este último tiempo. Excelente para alguien que se quiere adentrar en el mundo de la moda y aprender un poco de cómo funciona la industria y como todo puede cambiar con el paso del tiempo. Todavía no están todos los capítulos en el aire, pero los que hay son más que suficientes para pasar una tarde. Como persona que está aprendiendo esta serie me ha venido como anillo al dedo.
Monkey Man Para ser el debut de Dev Patel como director, quedé muy impresionada. La imagen de la película es hermosa de una manera extraña considerando que es bastante gráfica. No soy demasiado de películas de acción, pero además de acción, Dev Patel hace que el espectador se adentre un poco en lo que es la cultura de la India y la pobreza que se vive, algo que ha sido un problema persistente y en aumento. No he visto demasiadas entrevistas de la película algo que es raro en mí, pero definitivamente es una que vería de nuevo.
How to Lose a Guy in 10 Days No puedo creer que no había visto esta película antes. Ahora entiendo lo icónica que es para la cultura pop.
Miller’s Girl Entré a esta película con cero expectativas, solo porque me gustó la estética y porque me encanta como actúa Jenna Ortega. No es necesariamente mala, pero tampoco es la mejor película que he visto. Por alguna razón, cuando recién vi imágenes y un poco de lo que iba pensé que la dinámica profesor-estudiante era universitario, pero no. Jenna Ortega interpreta a una chica adolescente que, por un capricho y por necesitar algo que ensayar para entrar a la universidad, empieza una dinámica con su profesor de literatura. No le digo relación, porque no es eso, pero son de esas cosas que cambian la vida de una persona.
Prometheus Hace años que no veía esta película. Es la única que he visto del mundo de Alien. Siempre me ha interesado el tema del origen del hombre como algo metafísico, la existencia o no de Dios o de algún ser que haya creado el universo y así. Me acuerdo de que la primera vez que vi esta película quedé con todas esas preguntas en mi cabeza y obviamente todavía no las puedo responder, pero ver esta película siempre es una buena experiencia.
Short n’ Sweet Este es el primer álbum de Sabrina Carpenter que me ha gustado tanto, y el único que he logrado escuchar entero. Literalmente es short and sweet y muy pop.
1984 No puedo creer que me demoré dos meses en leerme este libro, pero lo logré, lo terminé. Entiendo perfectamente por qué el libro es tan importante, pero la sufrí. El pensamiento interno del narrador principal muchas veces me molestó y se me hizo eterno e innecesario. Pero bueno, otro libro terminado y ahora a tratar de seguir con el siguiente.
Between Coffee & Bar Otro mes otro lugar para comer. Está en la esquina de Avenida Vitacura con Encomenderos, específicamente en Av. Vitacura 2727, y tiene una limonada exquisita y ensaladas enormes. Para lo que es, y considerando en barrio en el que está y que está rodeado de oficinas, los precios no son tan altos, pero es como muchos restaurantes que sirven lo mismo. Quizás, para otra vez, no debería ir a la hora de almuerzo y debería ir en algo así como happy hour para ver la parte “bar”.