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¡Muy feliz año gente! Por fin es 2024. Les juro que conté los días para que llegara este momento porque no sé ustedes, pero el 2023 se me hizo eterno. Pasaron demasiadas cosas (estoy tratando de destacar solo las cosas buenas en mis pensamientos) así que espero que este año se venga mejor, para mí y para ustedes si es que su año anterior no fue tan bueno, o mejor de lo que fue el año pasado.
En un principio quería subir esto el primer domingo del mes, pero no me sentí lo suficientemente preparada así que decidí atrasarlo una semana para poder preparar todo bien. Además, he estado reflexionando mucho sobre lo que fueron estas fiestas, inevitablemente comparándolas con fiestas anteriores y lo fácil que se hacían cuando era chica. De lo único que me tenía que preocupar era de ponerme el vestido blanco de todos los años para Navidad (porque vivo con mis abuelos católicos y era tradición ir a misa antes de cenar y celebrar como la gente) y de ir a la Mutual para ver los fuegos artificiales de la torre Entel. Ahora mis abuelos están muy enfermos y toda mi familia esta un poco dispersa (en Santiago la mayoría, pero tienen familias propias) y yo todavía estoy en la incertidumbre de cosas que todavía no quiero decir porque este año le entré con todo y quiero proteger mis energías lo más posible.
Este newsletter se viene igual de simple que el año pasado, pero con cambios. Quizás algunos que no se noten enseguida y otros que voy a implementar entre este y la próxima edición.
Mientras estaba en mi break de escribir, me puse a experimentar con ideas y diseños (gracias Canva por existir). Cambié colores, creo que eso es lo más notorio, pero también me puse a pensar en el nombre del newsletter “Un diario no tan personal” y sentí que esto no se siente tanto como un diario; y con eso se viene una pequeña historia que espero sirva de contexto para esto del cambio. El 2020 fue el primer año que empecé a hacer journaling, no solo de escritura, pero como un bullet journal. Todos los meses me sentaba religiosamente en mi escritorio a planear mi mes (en pandemia se hubieran visto todos los meses iguales de no ser porque estaba en mi último año de universidad), pero después de un año y algo me di cuenta de que me complicaba demasiado. No me gustaba tener que pensar en un tema por mes y además que se viera como los que veía en Instagram y Pinterest. Así es como me di cuenta además de que ya no me gustan tanto las manualidades como antes y que todo es mucho más fácil cuando se hace de manera digital (que conste que me refiero más fácil para mí).
Teniendo esto en cuenta y volviendo a mi break, me puse a pensar en cómo puedo hacer que esto parezca más un diario sin perder la esencia del newsletter y de los tópicos que quiero tratar. Es por eso que voy a tratar dentro de lo posible que esto parezca un scrapbook o un libro de recortes, que es esencialmente lo que puede ser un bullet journal dependiendo de la persona que lo haga. ¿Me va a resultar? Ni idea. ¿Puede que deseche la idea de aquí a fin de mes? Quien sabe, espero que no.
Con todo esto, empiezo con los temas de hoy…
Por fin termine The Ballad of Songbirds and Snakes de Suzanne Collins, precuela de Los Juegos del Hambre. Y decir que me costó terminarlo es poco. En un principio atribuí esto a que vi la película mientras lo estaba leyendo, pero mientras más pienso, más creo que simplemente tenía demasiadas expectativas por algo en lo que no estaba del todo interesada.
Si por esas cosas de la vida no saben de qué trata el libro, la historia sucede 64 años antes que la trilogía original. Sigue a Coriolanus Snow en su último año de escuela antes de entrar a la universidad, antes de convertirse en el presidente tirano de Panem que conocemos. Antes de graduarse él y otros 23 estudiantes son convertidos en mentores de los décimos “Juegos del Hambre” como una forma de revivirlos (los usan como conejillos de indias un poco), y le toca ser mentor del tributo del distrito 12, una chica llamada Lucy Gray Baird.
El Snow que se nos muestra en este libro es muy distinto al que vemos en la trilogía. En este su familia, y por ende el nombre Snow, ha caído en la ruina. Viven en pobreza en su hogar familiar y esta mentoría es su única oportunidad para volver a la gloria. En corto, esta es la historia y explicación de cómo se volvió el tirano que terminó siendo, como sus decisiones y diferentes personas influenciaron en su vida.
De esta manera, el joven Snow se presenta como alguien brillante que ha destacado en sus estudios, pero no cae muy bien, es ambicioso, no necesariamente de la mejor manera, se cree mejor que el resto por su nombre, destaca constantemente que es “Capitolio” y es capaz de manipular a su favor cuando lo necesita. Aun así, tiene un poco de humanidad. Tiene la capacidad de hacer amistad con otras personas, un poco de capacidad de amar (aunque esto para mí siempre quedó un poco en la duda porque su amor siempre venía con algo de beneficio). Todo el problema está en las decisiones que toma, en su forma de pensar la mayoría de las veces y las personas con las que se termina rodeando. Él decide muy conscientemente en convertirse el predador, en convertirse en el gran tirano de Panem.
Lucy Gray Baird es lo contrario. Desde un principio se nos hace saber por boca de ella que no es “Distrito” ni es “Capitolio”, diferencia que se recalca en todo el libro. Ella pertenece a un grupo de personas que se hacen llamar “Covey”, artistas viajeros que quedaron atrapados en el Distrito 12 en la Rebelión. Lucy Gray es un espíritu libre que tiene que luchar por sobrevivir en los Juegos para volver con su gente. Gracias a las trampas que hace Coriolanus para que logre vivir, gana Los Juegos del Hambre y vuelve al Distrito 12. Pero en su estadía en el Capitolio, ella y Coriolanus forman un vínculo nunca antes visto entre dos personas de distintos lugares, tanto físicos como sociales, y se terminan gustando. No quiero decir que se terminan enamorando porque esta no es una historia de amor y ambos personajes están siempre demasiado preocupados por su propia supervivencia como para realmente amarse. Snow lo que realmente quiere es tener a Lucy Gray. En muchas ocasiones se refiera a ella como “de él”. “Mi Lucy Gray.”
Al libro le di tres estrellas en Goodreads. Es un poco lento, sobre todo la tercera parte (está dividido en tres partes, se me olvidó decir eso) cuando Coriolanus y Marcus, un estudiante, mentor y amigo de Coriolanus (aunque eso también queda un poco dudoso) son enviados al Distrito 12 como “Agentes de paz” luego de que se descubre que Snow hizo trampa para ayudar a Lucy Gray y Marcus como castigo de su padre.
Hay escenas del libro muy impactantes. Se puede leer la real brutalidad de los Juegos y como los tributos son tratados como animales antes de todo lo que Snow implementa para los siguientes; porque es Snow el que se convierte en cabecilla de los Juego que vemos con Los Juegos del Hambre y En Llamas.
Creo que no tengo nada más que decir. En este punto me acuerdo más de la película que del libro. Igual, esencialmente es casi lo mismo. De hecho esto es algo que destaco de la película, que mantiene la esencia del libro y de los personajes de una manera que no todos pueden lograr con adaptaciones de libros. Y no solo la escencia del libro, sino que la escencia del mundo.
(Club de películas sonaba demasiado Español en mi cabeza así que preferí dejarlo en inglés. Se entiende a lo que voy)
Se vienen spoilers.
Una palabra, Saltburn.
A pesar de no haber ganado en las principales categorías de los últimos Globos de Oro, la película ha arrasado en redes sociales (al menos en las mías) desde su estreno, con tiktoks de gente grabándose en el cine o saliendo de la función con caras de pasmo, horror y confusión. Semanas y meses más tarde, la película sigue dando que decir gracias a los análisis hechos por diferentes creadores de contenido, algunos odiándola y diciendo que no tiene sentido alguno (mucho estadounidense), y algunos alabando la trama, a los actores y sus respectivos personajes y la historia que se desarrolla.
La trama de la película es bastante simple, Oliver Quick (Barry Keoghan) es un estudiante becado de la Universidad de Oxford que se hace amigo de otro estudiante, Felix Catton (Jacob Elordi). Este es parte de la aristocracia de Inglaterra y “adopta” a Oliver al conocer su complicada historia de vida. Luego de que Oliver se entera de la muerte de su padre y para que no tenga que volver a su hogar para las vacaciones de verano, Felix lo invita a pasar las vacaciones a la finca de su familia “Saltburn” donde Oliver prueba por primera vez lo que es vivir entre la gente de clase alta.
Para mi esta película se sintió como un sueño, a lo fever dream, y creo que esa era parte del punto. Desde las escenas con Jacob Elordi cuando está siendo visto o percibido por Oliver, el par de escenas entre Oliver y Venetia que siempre suceden de noche, hasta las escenas de exposición del final. Toda la escena del cumpleaños de Oliver se va distorsionando más a medida que avanza la noche hasta que llega la mañana y Elspeth (Rosamund Pike) encuentra el cuerpo de Felix.
El primer problema con el que me encontré al buscar reseñas de la película es el de la “clase alta” en Inglaterra. Algo que ha sido muy debatido por todo el mundo que no vive en un país con monarquía (o sea casi todos, pero sobre todo Estados Unidos). La verdad es que la película refleja muy bien las clases en Inglaterra y cómo funcionan las que se encuentran más cercanas a la monarquía. Los padres de Felix, interpretados por Rosamund Pike y Richard E. Grant tienen títulos de Lady y Sir. Por lo tanto, sus hijos, Felix y su hermana Venetia (Alison Oliver) nacieron en el mundo aristocrático. El personaje de Farleigh (Archie Madekwe), primo de Felix y con el que va a la universidad, también ha nacido con ciertos privilegios. No es necesariamente aristócrata gracias a que su madre se mudó a Estados Unidos, por lo tanto, él es estadounidense de nacimiento y esta condición es algo que se recalca dentro de la narrativa. Aun así está “más adentro” de lo que Oliver podría estar dentro de esta familia y el círculo social.
Oliver Quick es un personaje que se puede definir como el “outsider looking in” (una especie de Dan Humphrey, pero si Dan se comportara como Joe de “You”). Él es el extraño, el de afuera, el forastero que no entiende las normas de esta particular sociedad de la que tanto quiere ser parte; tanto que se convierte en una obsesión. Oliver se acerca a Felix, aparentemente sin necesariamente quererlo, hasta que se encuentra en su casa, conviviendo con su familia, hasta compartiendo baño.
Dentro de la misma universidad Oliver es alguien que no encaja, como en la escena de la primera noche en la universidad donde se puede ver que ya todos se conocen entre todos porque así funcionan estos círculos en la vida real. Los círculos son pequeños, todos van a los mismos colegios, o pasan tiempo en los mismos clubs. Pero esta película no puede ser clasificada como un tipo “eat the rich”, término que se ha usado mucho en los últimos años para referirse a los conflictos de clase entre los super ricos y el resto de la población, porque Oliver termina “heredando”, si se pudiera decir de esa manera, Saltburn. Su propósito nunca fue desmantelar a la familia Catton, era consumirla por completo hasta ser uno de ellos. La familia es el premio más grande que podría ganar Oliver. Lo que me trae a mi segundo punto.
La misma directora (Emerald Fennell) a pesar de estar clasificada como una comedia negra, califica la película como una película de vampiros, y tengo que decir que estoy 100% de acuerdo. Desde la escena en el baño donde Oliver se toma el agua de la tina de Felix, la escena entre Oliver y Venetia (todavía no sé qué tan explicita puedo ser en esta página sin que me la bajen) y la escena de la tumba de Felix son todas demostraciones de Oliver haciendo actos físicos para poder consumir a esta familia. Hasta que lo logra.
Espero que el resto de su enero sea bueno con ustedes, acuérdense de hacer sus manifestaciones y sus vision boards si es que creen en eso y que la luna nueva no les haya dejado demasiado que pensar como a mí. No leemos en la próxima edición.
xoxo,
Colomba