Si hay algo que me he dado cuenta de mi misma es que siempre digo que no tengo tiempo, y ahora que tengo trabajo es mucho más fácil creerme el cuento de la chica sin tiempo. Pero ¿realmente no tengo tiempo?
Llevo tratando de escribir esto por meses. Todavía tengo el cerebro un poco nublado con como quiero abordar este tema. No estoy segura de como partir, pero cualquier cosa es mejor que una hoja en blanco; y hacía mucho tiempo que no tenía tres páginas de notas sobre algo.
Mientras intento armar este intento de ensayo el mundo está estallando con la polémica China vs. alta costura y como vemos que los altos precios de algo no siempre significa alta calidad, algo que me hizo preguntarme ¿por qué la marca y el lujo nos importa tanto? ¿Cuando se convirtió en un símbolo de estatus el mostrar la marca que usamos? ¿Y cuándo dejó de ser así? Porque sí, todavía nos importa usar ropa de marca, su MiuMiu, Celine, Jean Paul Gaultier, Hermès, Chanel, por nombrar un octavo de las marcas que están en boca de todos y casas tradicionales de moda que han existido por décadas, pero el que la marca se muestre, que se vea tan obviamente ya no es tan importante. De hecho, pareciera ser que el logo se ha convertido en algo tabú, algo de mal gusto.
Pienso en el típico cinturón de Gucci o los print Versace, algo que fue tan característico de la marca se convirtió en lo principal y lo más fácil de copiar. El “dupe” de los chinos que en Chile y probablemente en otras partes conocemos tan bien.
Pero ¿Por qué “chino”? ¿Desde cuándo la etiqueta “Hecho en China” se convirtió en algo de baja calidad? ¿Qué dicta lo que es de buena calidad o no? ¿Acaso algo hecho en Francia es siempre de mejor calidad que algo hecho en China?
Este tema de la calidad es en parte mito y en parte realidad. No voy a pretender que sé demasiado de historia así que no me voy a ir por ese lado, pero hay que hacer un mini repaso para entender de donde viene esto.
En los años 80 y 90 la industria China tuvo un boom en cuanto a manufactura, aunque siempre es fácil tener un boom cuando se hace con la sobreexplotación de sus trabajadores. De todas maneras, las marcas y casas de moda no podían competir con esto, por lo que decidieron usar esta misma manufactura en vez de intentar competir con ella. Así es como en el nuevo siglo XIX se convierte en uno de los productores más grandes del mundo.
Y, aparentemente, así es como he decidido empezar esto.
Del otro lado de esto está la idea de lujo. Un ejemplo de esto es comprarse jeans de $85.000, un lujo que me puedo dar ahora que estoy trabajando, o al menos eso es lo que me digo; porque puedo. Pero ¿debo realmente? ¿Ahora que tengo independencia financiera y que no me tengo que preocupar por pagar un arriendo y mi propia comida?... todavía.
El lujo existe desde el inicio de los tiempos y ha sido puesto en la balanza como algo “bueno” o “malo”, siempre ha sido algo subjetivo. Lo sé porque hay personas que me crucificarían por hacer ese tipo de gastos, y hay personas que los hacen todos los días sin pensarlo dos veces. Aquí también es donde entra el tema de la necesidad. Si hubiera gastado los mismos $85.000 en un sofá, por ejemplo o comida nadie me diría nada, pero como es ropa, y soy muy consciente que el mundo no necesita más, hasta yo me recrimino un poco el gasto y me digo a mi misma que tengo que usar los pantalones hasta que se rompan. Como diríamos en buen chileno, darles como caja.
Siempre me ha molestado eso, que la moda sea vista como un lujo “malo”, o como algo frívolo. Entiendo el sentimiento si me pongo a pensar en las mil catástrofes que están pasando actualmente en el mundo, pero si se hace de manera ética y si se consume de la misma manera creo que la podríamos volver a ver como arte.
La pregunta acá es ¿por qué este es un tema que pareciera importarme tanto? ¿De verdad es tan terrible el participar en el capitalismo cuando se hace de manera consciente? ¿Lo estoy haciendo de manera consciente? Porque quiero creer que sí.
Quiero creer que al comprar en tiendas de segunda mano y leer etiquetas para ver la composición de una prenda antes de comprarla, que al visualizar mi closet y pensar en todas las maneras en las que me puedo poner dicha prenda estoy haciendo las cosas bien, estoy aportando mi granito de arena. Y hay días que hablo con personas que tienen distintos puntos de vista que el mio y me siento mal por consumir tanto.
Otra pregunta que me hago es si realmente existen los símbolos de estatus que han existido siempre. El lujo, las élites, la romantización de la riqueza como se nos ha sido presentada a lo largo de las décadas.
Últimamente y con la clara recesión económica por la que estamos pasando la comida también se ha vuelto parte de la campaña del lujo. En múltiples editoriales se ha utilizado como accesorio de una prenda o como el eje central. Cada vez más marcas tienen sus propios cafés y restaurantes que funcionan como extensión de la visión. Incluso hay marcas que crean prendas o accesorios con forma de comida como lo es el icónico bolso con forma de tomate de Loewe.
Esto mismo antes pasaba con los perfumes, elementos que las marcas sacaban para que las personas, yo incluyéndome, nos pudiéramos sentir “más parte” de la marca. Ahora para que alguien se pueda sentir más parte de una marca tiene que ir a los lugares de comida que abren; o sea, seguir consumiendo algo que quizás no necesita.
Ni hablar de las tendencias que aparecen y desaparecen cada dos semanas. Que si el coquette, que la polera crop de Brasil, que las Tabis que ahora hacen todas las marcas de zapatos que no quieren caer en el olvido, cottage core, costal grandma, eclectic grandpa y tantas otras cosas que han saturado el internet desde la pandemia. Tendencias que quieren significar algo y pertenecer a movimientos como el grunge o el punk sin tener en cuenta que estos significaban algo no solo en la moda sino que a nivel cultural. Moda convertida en movimiento que tenía un mensaje claro.
Hasta el diseño de autor se ha vuelto una tendencia. Cada día se ven más marcas que se dicen ser diseño cuando lo único que hacen es rayar una polera con pintura, o gente que se hace llamar diseñadora cuando ni siquiera hacen el dibujo. El diseño hoy en día se ha convertido en quien puede crear una colección en el menor tiempo posible. Siento que casi ya no se siente como arte.
En fin, muchas cosas que muchas personas han puesto sobre la mesa este último tiempo; y todo esto puede ser muy subjetivo y al mismo tiempo que requiere de una investigación sobre temas históricos, políticos y culturales que todavía no estoy dispuesta a hacer, pero que tengo pendiente.